Aguilar de la Frontera

Siguiendo por la campiña hacia el Sur llegamos hasta la localidad de Aguilar de la Frontera. El pueblo destaca por sus numerosas construcciones civiles, especialmente casas señoriales, testigos de su pasado como capital del señorío y residencia de propietarios y terratenientes.

Como principal ejemplo de esta importancia, la Plaza octogonal de San José recibe al visitante entre el blanco de sus fachadas y la piedra de sus puertas y ventanas adinteladas. Se comunica con las calles que la rodean por cuatro grandes arcos.


Presidiendo la Plaza se encuentra el edificio del Ayuntamiento, recientemente rehabilitado por el interior, pero conservando su fachada original para no romper el conjunto arquitectónico. Es también el único edificio de dos plantas de la plaza, ya que el resto tiene tres.


Junto a la Plaza de San José se encuentra la Torre del Reloj, construida entre 1770 y 1774. Durante nuestra visita fuimos testigos del espléndido sonido de sus campanas.


Tiene unos treinta metros de altura y tres cuerpos. En el segundo cuerpo se encuentra el reloj, tiene los huecos grandes y en él se sitúan las campanas de las horas. El tercero también tiene los huecos grandes, en él se encuentran las campanas de los cuartos. Este cuerpo termina en una cúpula decorada de azulejería coronada por un remate en forma de linterna sobre la que se apoya habitualmente un nido de cigüeña.


Tras ver la Torre del Reloj nos quedamos con ganas de visitar alguna de las Casas Señoriales o magníficas iglesias que posee la villa, pero desgraciadamente no disponíamos de más tiempo, por lo que nos marchamos de Aguilar prometiendo volver otro día.